Lo que pasa en los basureros...

Ya lo dijeron por ahí "la memoria es la única forma de eternizar las cosas", pero no con el afán de martirizar o martirizarnos con hechos trágicos o repudiables, sino para que justamente no vuelvan a suceder. Niños basura en tiempos de Navidad (Tomado de El Universo, 1/Enero/2005) El día que los cristianos recuerdan la masacre de los inocentes, una noticia nos sobrecogió hasta lo más hondo. En Riobamba, cuatro niños, Pablo Ernesto, Álex Geovanny, Mario y Arturo murieron bajo toneladas de basura, porque estaban durmiendo en un contenedor que la recoge en la inhóspita noche serrana. Niños que trabajaban lustrando zapatos. Desde la altura de su pequeñez estaban a nuestros pies, como lamiendo la basura que se pega al caminar de los mayores, sacándoles brillo a los polvorientos zapatos que caminan las calles de la ciudad que los rechaza, los arrincona en un contenedor y los sepulta en él. Qué imagen más profundamente interpelante en estos días en que recordamos el nacimiento de un Niño, que desde el estiércol de una pesebrera vino a decirnos que el amor es lo más importante, en nuestras vidas y en el mundo. No hubo lugar para Él en la posada, tampoco la hubo para los cuatro pequeños. Sus ruidos, su algarabía, su alegría, despertaba a los mayores del albergue de la Casa Indígena que dormían en camas… a ellos se les ofreció el suelo. Como era frío y duro –no tenía el calor de la paja– prefirieron seguir juntos en la calle, esa que días y horas antes estaba abarrotada de personas con paquetes, regalos, caras sonreídas deseando felices fiestas y a las que ellos pedían unas pascuas: caramelos, juguetes, dinero para redondear lo que habían trabajado y que darían a sus padres. Y buscar… buscar un rincón donde dormir sin ser rechazados. El mejor lugar que encontraron era el contenedor, ese en el que se deposita todo lo que la sociedad de consumo rechaza, en este caso sus propios niños… Qué ironía y lastimosamente qué gráfico. Los mismos desechos de esa sociedad asfixiaron sus vidas. El alcalde de la ciudad asumió los gastos de los funerales “por cuestiones humanitarias más que por responsabilidad”, según reportan los medios periodísticos. Y ese es un error garrafal. Todos somos responsables, lo que acontece con un ser humano tiene que ver con cada uno de nosotros, porque nada de lo humano nos debe ser ajeno. Y para los cristianos, desde que Dios en Jesús fue asesinado por subvertir el orden religioso, político y social de su época, al poner el amor en el centro de la historia personal y colectiva de la humanidad, nos enseñó con su vida y con sus palabras que se debe ser solidario. Sí somos responsables. Del amor que no damos. Ese amor que en muchas instancias de la sociedad es asumido por grupos de ciudadanos y organizaciones que tratan de suplir aquello que el Estado o las autoridades no hacen, que van allí donde los otros no van, trabajan donde los otros tienen miedo y contribuyen con su esfuerzo a tejer una sociedad solidaria en la que quepamos todos. Que se ocupan de los ancianos solos, de los enfermos incurables, de los niños y jóvenes que deambulan en las calles, de los que sufren el desprecio de tener sida, de los niños y jóvenes combatientes en las pandillas, de las mujeres víctimas de la violencia y tantas otras necesidades sociales de las que las autoridades son responsables en primera instancia. Si el Estado por medio de sus autoridades no puede asumir su responsabilidad, debe delegar, debe destinar recursos en quienes por vocación y preparación pueden desde la organización civil hacer las tareas con eficiencia.Porque todos somos responsables, necesarios y solidarios. Porque nunca más tengamos niños y jóvenes basura, menos en Navidad. *Nelsa Curbelo - Directora de Ser Paz Aquella historia de los "niños basura en tiempos de Navidad" se quedó grabada en mi memoria. Muy pocos pronunciamientos escuché por parte de autoridades públicas, etc., sobre el tema, lo cual por un lado no me sorprendió tanto, pero en el fondo me preguntaba si acaso hechos como estos pueden pasar al olvido tan rápidamente, sin ningún significado más que para aquellos que sufrieron la pérdida en carne propia. .....Y todo sigue "sin pena ni gloria" Un ejemplo de cómo se pueden perder ciertas voces de la conciencia colectiva, de no ser porque alguien nuevamente sugiere activar los resortes de la memoria. Guido Moreno conserva las voces para la memoria Este periodista de las Escuelas Radiofónicas Populares del Ecuador (ERPE), se negó a pasar la página "Este periodista, de 31 años, militante de los derechos humanos, ejerce el oficio desde hace 10, cuando se inició como redactor de diario El Telégrafo de Guayaquil. Pero abandonó el puerto principal para regresar a Riobamba, su ciudad de origen, y lo hizo por razones filosóficas: “Las ciudades grandes me abruman. Los grandes medios también. Yo necesito espacios de silencio para pensar en la gente antes que en otras exigencias de los medios” –dice– al explicar las razones que lo llevaron a vincularse a ERPE, la histórica organización, fundada en 1962 por monseñor Leonidas Proaño para enseñar a leer y escribir a los indios, lo cual contribuyó a la consolidación de la conciencia política y social en las generaciones posteriores. La filosofía de trabajo de ERPE viene de esa tradición de tomar partido por las causas sociales y las poblaciones excluidas, algo que le costó a monseñor Proaño ser objeto de una investigación ordenada desde el Vaticano y por la que se vio obligado, en 1974, a desvincular la radio de la iglesia y dotar a su proyecto de gestión vida propia. Esta no es la primera vez que los trabajos periodísticos de ERPE se destacan. En 1981 ganó el Micrófono de Oro, concedido por la Asociación Ecuatoriana de Radiodifusión (AER) por su labor educativa; en 1992 y 2001, recibió de Unicef un premio por la producción de programas para niños; en el 2002, la organización Slow Food (alimento lento) destacó el trabajo de la organización en el rescate y promoción de la quinua; y ahora, la FNPI destaca el valor de un trabajo realizado con dignidad." (El Universo)