Siéntate a mi mesa

Siéntate a la mesa,
la cena está servida.
La preparé con mucho gusto para ti.
Escogí los mejores ingredientes:
ni el amor a montón ni la paciencia faltó entre ellos.

Ven sientate a mi lado.
No digas nada
sólo quiero observarte,
sentirte complacido,
sentirte feliz,
no por una simple comida,
más si por la ternura entregada,
la dulzura que puedas experimentar en cada bocado.

Te acuerdas de ayer cuando hablamos,
me escuchaste tan atento, tan interesado en mis palabras,
en mis modismos, en mis vaivenes,
en los cambios del tono de mi voz,
en mis manos que se movian al unísono
mientras te contaba mis tantas historias.
Tu tierna preocupación por mi, me alaga.
Tus palabras de aliento, tu comprensión,
me hacen sentir amada.
Tus manos tomando las mías,
el éxtasis.

Quiero aquí y ahora decirte,
Aún cuando parezca tan trivial el momento,
¡Durante la comida¡
Parece mentira que haya escogido este momento,
Pero,
es más que eso, no es tan solo un momento,
son mas bien un sinnúmero de emociones atemporales
que se mezclan ahora.
Porque en el detalle se ve la entrega,
el cariño que se pone a cada cosa.

Porque las mejores cosas de la vida
no son sencillas de lograr,
pero lo mejor siempre es sencillo;
quiero recalcarte aquí y ahora
que es mi deseo, mi anhelo,
mi promesa
el amarte siempre,
Aunque en este mundo suene esta palabra “promesa” tan banal,
mi palabra va de la mano firme de mi amor por ti,
porque conozco tu corazón y me gusta.
Como también me apasiona la idea de que creceré contigo
y tu crecerás conmigo.
Que aprenderemos ambos de los dos y de los demás
a ser mejores personas para todos.

Que nuestro amor no cambiará con los cambios,
aunque irremediablemente nos afecte el pasar de los años.
Es mi deseo, mi anhelo.
Mi promesa el ser tu apoyo siempre que me necesites,
mi confianza en ti me hace hablar de esta manera,
porque siendo diferentes, somos iguales.
Nos complementamos.
Y por todo lo que significas para mi.
Te Amo!

Tengo el mejor tesoro de todos:
He aprendido a amar y te tengo a ti!